domingo, 7 de mayo de 2017

La jugada de la oposición frente a la Constituyente de Maduro.



Desde el año pasado, el gobierno del presidente Nicolás Maduro, ha venido cerrándole las puertas a los procesos electorales. Se negó el referéndum revocatorio y se suspendieron las elecciones de gobernadores, las cuales debían realizarse en el mes de diciembre. Estos hechos ponen de manifiesto que existe una fuerte inclinación a obstaculizar, cercenar y hasta negar la posibilidad de que los venezolanos puedan elegir a sus representantes, tal y como establece la Constitución venezolana.  

Frente a esta realidad, la oposición ha optado por convocar a los ciudadanos para que ejerzan el derecho de protesta pacífica como mecanismo de presión que obligue al CNE a hacer un llamado a elecciones. Los resultados de estas manifestaciones han sido terribles para el gobierno: pronunciamientos por parte de la comunidad internacional; división profunda de las bases del “chavismo”; se le ha comenzado a llamar “Dictadura”; hay renuencia por parte de sectores financieros internacionales para otorgar prestamos al Estado; distintas personalidades que antes eran iconos del chavismo se han pronunciado en contra de las acciones de Maduro, entre ellas, la Fiscal General de la República, quien afirmó que se había roto el hilo constitucional, y el director de orquestas, Gustavo Dudamel, quien ha llamado recientemente a detener la represión; el hijo del defensor del pueblo le pidió rectificar; militares se han negado a cumplir órdenes de arremeter contra las manifestaciones etc.

Pero todo lo anterior pareciera no importarle mucho al presidente de la República y al sector que lo acompaña en el poder, pues en lugar de reflexionar con respecto a estos acontecimientos, ha decidido impulsar una nueva arremetida.

Una esplendida jugada

En vista de que a todas luces la legitimidad del actual gobierno se encuentra altamente deteriorada, los asesores del presidente han decidido recomendarle recurrir a un mecanismo establecido en el Constitución para intentar legitimarse mientras se siguen postergando los procesos electorales. Así fue como surgió la idea de la “constituyente”. Una constituyente sectorial donde el gobierno es el que decide quienes pueden votar y quienes pueden postularse para ser elegidos como constituyentitas, es la jugada perfecta. Pero hay un problema: lo que el presidente le ha planteado al país –no podía ser de otra forma debido a que el gobierno carece de una base popular cuantitativamente amplia–  es inconstitucional.

Por qué es inconstitucional el llamado de Maduro

PRIMERO: el presidente puede -y está facultado constitucionalmente para- tomar la iniciativa de convocar a un proceso constituyente, tal y como lo establece el artículo 347 del texto constitucional. Sin embargo, no puede el presidente imponerle una nueva Constitución al pueblo, ni modificarla, sin someter a consulta la medida. Es por ello que debe recurrir al soberano, mediante la figura del referéndum consultivo, para que sea el pueblo de Venezuela, en votación universal, directa y secreta, quien decida si quiere, o no, ir a un proceso para modificar las bases constitucionales de la República.

SEGUNDO: el presidente no está facultado para ser él quien pone las reglas  del juego de forma unilateral. Esto es una atribución del poder electoral y, en todo caso, le correspondería al CNE, en su papel de árbitro, sentar las bases para un proceso de este tipo.

TERCERO: en Venezuela no existe la elección de segundo grado ni el sistema electoral es corporativista, por consiguiente, la propuesta que hace el presidente para que los diputados a la constituyente sean electos mediante votación exclusiva de algunos sectores (Consejos Comunales, Comunas, CLAP, UBCH, “trabajadores de la patria” etc.) es inconstitucional y atenta contra el principio de soberanía popular establecido en el artículo quinto del texto fundamental de la República.

CUARTO: La constituyente no puede ser un mecanismo para entorpecer los procesos electorales que están vencidos, mucho menos los que están programados para este año. Antes de ir a una Asamblea Nacional Constituyente, se debe cumplir con los procesos electorales que están en el cronograma.

A pesar de todo esto, el gobierno cuenta con elementos fácticos para imponer esta decisión: Controla al TSJ, tiene el respaldo de cierto sector de la fuerza armada (así en minúsculas), controla en alguna medida al CNE y tiene un aparato comunicacional/propagandístico de considerable tamaño y con una eficacia importante.

Qué puede hacer la oposición al respecto

Los acontecimientos de los últimos meses han puesto al descubierto el “talón de Aquiles” del gobierno. Se trata del temor evidente a la voluntad popular; el temor a medirse en elecciones. Es por ello que pretende recurrir a un proceso de elecciones en cual se restringe el derecho al sufragio a determinados sectores donde el gobierno siente que tiene el control.

Como es evidente, el gobierno no va a someter a consulta popular su propuesta. Sin embargo, la oposición sí puede someter la propuesta del gobierno a consulta popular. Veamos que establece la Constitución al respecto:

Artículo 71. Las materias de especial trascendencia nacional podrán ser sometidas a referendo consultivo por iniciativa del Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; por acuerdo de la Asamblea Nacional, aprobado por el voto de la mayoría de sus integrantes; o a solicitud de un número no menor del diez por ciento de los electores y electoras inscritos en el registro civil y electoral.

El artículo anterior es de extremo valor en este momento por lo siguiente: ya dijimos que el presidente no sometería a aprobación del pueblo su propuesta debido a que no cuenta con el apoyo popular necesario para ello. Sabemos también que la AN, según sentencia del TSJ, está en “desacato” y, por consiguiente, no se puede promover el referéndum consultivo desde la Asamblea. Sin embargo, ni el presidente, ni el CNE, ni el TSJ, pueden negarle al pueblo que organice un proceso de recolección de firmas para activar el referéndum consultivo.

Seguir derrotando moralmente al adversario.


El gobierno y sus asesores han vuelto a calcular mal con esta nueva jugada. Le acaban de dar las bases a la oposición para que convoque a una consulta popular, que de realizarse, representaría una enorme derrota para la llamada Revolución.

Pero ¿Qué pasa si el gobierno se niega a consultar a los venezolanos mediante este mecanismo? Si el gobierno se niega (bien sea porque el CNE afirma que las firmas recogidas son falsas, o porque el TSJ emite una sentencia diciendo que esto no procede) la moral del régimen seguirá desmoronándose, ya que se evidenciará más claramente la negativa del gobierno para someterse al juicio del soberano, lo cual aceleraría  mucho más el proceso de desgaste de su legitimidad hasta un punto que le será imposible gobernar. 

Por otro lado, esta acción le permitirá a la oposición seguir movilizando a los ciudadanos manteniendo viva la llama que motiva a sus seguidores. Hay que tener presente que "la calle", tal y como está planteada hasta ahora, corre el riesgo de desgastarse a medida que va pasando el tiempo. Si la callé se apaga y no se consigue más que un saldo lamentable de muertos, lo único que se habrá logrado con ella, será desmotivar a la gente.

Como vemos, en este escenario las cosas pueden complicarse bastante para el gobierno. Es por ello que, sin abandonar la protesta pacífica y otros mecanismos de presión, esta debe ser la jugada de la oposición en el marco de la estrategia para debilitar aún más al gobierno. Mientras esto se hace, hay que ir abriendo espacios de diálogo para que, de ser posible, se produzca una negociación que permita salir de la crisis de una forma menos traumática para el pueblo venezolano. El estratega militar y escritor de El Arte de la Guerra, Sun Tzu, nos dice que “Hay que dejarle salida al enemigo cercado.”Porque de lo contrario este luchará  con todas sus fuerzas y será más difícil de derrotar.

La idea es entender la actual coyuntura como un juego de estrategia en el que deben ser tomadas en cuenta todas las fichas sobre el tablero. Los regímenes autoritarios se derrumban por su incapacidad para mantener la moral de sus filas en alto y por sus bajos niveles de legitimidad, lo cual ocasiona que las fuerzas que los sostienen cambien de posición. 

Próximamente seguiremos reflexionando al respecto.